"Ernesto “Che” Guevara parece
que ha sido herido y capturado por tropas del Ejército en un sangriento
combate ocurrido a unos siete kilómetros al norte de la localidad de
Higueras, en Bolivia", contaban los diarios el 10 de octubre de 1967.
Quien lo había capturado y fue el encargado de vigilarlo hasta
entregarlo a sus superiores era el entonces capitán Gary Prado Salmón.
Hoy, a los 73años, relató en una entrevista de la fundación Instituto
Prisma, cómo fueron las últimas horas del Che en cautiverio y las
conversaciones que mantuvieron antes de que fuera ejecutado, y que
recoge el periodista Israel Viana para el diario español abc.es.
Prado Salmón tenía 28 años, dirigía la compañía Ranger, era uno de
los 1.500 hombres que el Ejército había destinado para combatir a la
guerrilla de Guevara, que luchaba para derrocar a la dictadura militar
del general René Barrientos.
"Los guerrilleros estaban deambulando en un territorio que
no conocían, con actitudes rarísimas. El Che se pasaba horas cada día
intentando que sus combatientes aprendieran quechua, en una zona donde
se hablaba guarané. ¿De qué les iba a servir el quechua si los
campesinos hablaban guarané o castellano?", cuenta el ex general.
"Salió de África decepcionado porque no pudo hacer nada.
Cuando estuvo prisionero conmigo, yo se lo pregunté: “¿Cómo le fue en
África?”. Y él me contestó: “No, allá están colgados de los árboles
todavía. Fueron problemas tribales de África, no ideológicos”.
Tras fracasar en el Congo, Guevara marchó a Bolivia. "Al
Che lo abandonaron. Fue un abandono total. Según las versiones que han
circulado, el Che era muy incómodo en Cuba, por su actitud, un poco
prepotente, violenta", asegura Prado Salmón.
El 8 de octubre de 1967, Guevara fue acorralado y herido de
bala en su pierna izquierda durante el combate de Quebrada del Yuro.
Prado Salmón y su compañía lo capturaron poco después, junto a otros
guerrilleros bolivianos como Simeón Cuba, y lo trasladaron a La Higuera,
donde fue recluido en la escuela.
"A lo largo de las horas que estuvo bajo mi responsabilidad
después de ser capturado, y hasta que lo entregué al comandante de la
división, tuvimos varios episodios de conversación", Prado Salmón, quien
debía ir "durante toda la noche, cada una o dos horas, a ver cómo
estaba, qué necesitaba, y a darle cigarros, café, comida".
En uno de esos encuentros sostuvieron la conversación que, según el exgeneral, transcurrió tranquila y con alusiones a Fidel:
- Prado Salmón: ¿Qué ha venido a hacer a Bolivia?, ¿no supo
usted que habíamos tenido ya una revolución acá y ya hicimos la reforma
agraria?
- Che: Sí, lo supe. Ya había venido yo aquí… estuve en Bolivia en el 53. Pero había mucho que hacer.
- Prado Salmón: Claro, pero déjenos hacer a nosotros. Una
cosa que no nos gusta es que nos vengan a decir de afuera lo que tenemos
que hacer.
- Che: Sí, tal vez nos equivocamos.
- Prado Salmón: Bueno, pero, ¿quién tomó la decisión de venir a Bolivia? ¿Usted?.
- Che: No. No fui yo... otros niveles.
- Prado Salmón: Pero, ¿qué otros niveles? ¿Fidel?
- Che: Otros niveles.
"Va a ser juzgado"
Cuenta el general exgeneral que desde la tercera o cuarta
conversación, "agarramos un poco más de ritmo, viendo él que lo
tratábamos con todo respeto y con toda tranquilidad". En un momento
dado, el Che quiso saber qué iban a hacer con él: "Va a ser juzgado", le
contestó Prado Salmón sin saber que realmente sería ejecutado. "Hasta
entonces todos los prisioneros que habíamos capturado estaban siendo
juzgados en Camiri, como (el francés) Regis Debray y (el boliviano) Ciro
Bustos. No se había ejecutado a nadie, se estaban cumpliendo todas las
normas", cuenta.
Prado Salmón dice que le tuvo que explicar al Che que él
iba a ser juzgado en Santa Cruz, lo que a su juicio "le levantó el
ánimo", porque era allí donde se realizaban los juicios militares: "A
usted lo ha capturado el pelotón de la Octava División, y la corte
marcial están en su sede, en Santa Cruz", le contó.
Sin embargo, el entonces presidente René Barrientos y el
alto mando militar tomaron la decisión de ejecutarlo. No deseaban que un
eventual juicio desencadenara una ola mundial de manifestaciones a
favor del famoso Che. Por ello no fue trasladado a Santa Cruz, donde se
encontraba la corte militar.
"Después de informar al Che de que lo iban a juzgar en
Santa Cruz, me ordenaron salir para continuar con las operaciones
militares y, cuando volví, ya estaba muerto", confiesa. Según cuenta,
Guevara le había dejado en préstamo "dos relojes Rolex" para que los
otros soldados no se los quitaran, como habían hecho ya en una ocasión:
"Cuando me enteré que lo habían matado y se normalizaron las relaciones
con Cuba se los mandé a su familia", concluye.
El cuerpo del Che Guevara no fue encontrado hasta mediados
de 1997, tres décadas después, en el pequeño poblado de Vallegrande, al
este de Bolivia. Se encontraba en una fosa común, junto a otros seis
compañeros de lucha.
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