El pueblo quiere saber....

Mendoza 25 de Mayo de 2012
Diario mediamza.com
La Revolución de Mayo, una sucesión de hechos que culmina simbólicamente en la mañana del 25 de Mayo, es la síntesis de las distintas voces que desde la virreinal Buenos Aires se extiende por el territorio latinoamericano. Una evocación para identificarnos desde el pasado hacia el futuro.



La Revolución de Mayo no fue un suceso espontáneo: fue un proceso que se inició mucho antes, con la conjunción de diversos factores, entre los que se pueden mencionar la gestión de Santiago de Liniers, quien reemplazó al Virrey de Sobremonte después de las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, que lo tuvieron como líder de la resistencia de las Provincias Unidas. Cabe mencionar que esa “autosuficiencia” fue el sólido argumento que utilizó el doctor Juan José Paso en su argumentación del 22 de mayo en el Cabildo Abierto

No puede obviarse tampoco la asonada de Alzaga, que tomando como antecedente el origen francés de Liniers pretextó una supuesta complicidad de éste con los franceses napoleónicos y pretendió derrocarlo, el 1 de enero de 1809; la asonada fue asfixiada por las milicias conducidas por Cornelio Saavedra, que sostuvo a Liniers en el mando, hasta que la Junta Central de Sevilla designó a Cisneros, en junio de 1809.


Entre esos factores que influyeron en el ánimo de los pobladores de Buenos Aires, la actividad comercial, a la que España había asfixiado quitándole libertad y disponiendo una suerte de monopolio con la península fue elevando los niveles de reclamos y quejas.

Tampoco puede dejarse de mencionar el esquema de organización política: desde la fundación del Virreinato del Río de la Plata, el ejercicio de las instituciones residentes recaía en funcionarios designados por la corona, casi exclusivamente españoles provenientes de Europa, sin vinculación con los problemas e intereses americanos. Legalmente no había diferenciación en clases sociales entre españoles peninsulares y del virreinato, pero en la práctica los cargos más importantes recaían en los primeros. La burguesía criolla, fortalecida por la revitalización del comercio e influida por las nuevas ideas, esperaba la oportunidad para acceder a la conducción política

En un trabajo clásico sobre el tema,"Las revoluciones hispanoamericanas 1808-1826", el historiador John Lynch señala que la causa fundamental de estos procesos revolucionarios debe rastrearse en las reformas borbónicas, que modificaron el sistema comercial y la organización política de la América española. Para Lynch, antes de dichas reformas las colonias eran en la práctica independientes, pues España no contaba con recursos para controlarlas. Las reformas intentaron revertir esa situación y hacer más sólido el lazo colonial, lo cual perjudicó enormemente a los criollos y los llevó a plantearse la necesidad de la independencia.

Otros historiadores proponen una explicación diferente. Tulio Halperin Donghi, en "Historia contemporánea de América latina", considera que para entender las causas de las revoluciones hispanoamericanas es fundamental tener en cuenta acontecimientos del contexto internacional, especialmente el europeo. Dicho contexto está marcado por las guerras napoleónicas y por los sucesos que tuvieron lugar en España entre 1808 y 1815.




La Revolución de mayo de 1810 fue un cambio crucial, que marcó un antes y un después en la historia argentina. Esta revolución tuvo su momento crítico durante la llamada Semana de Mayo, que se inicia, en los hechos prácticos, con el arribo de la goleta británica de guerra británica HMS Mistletoe procedente de Gibraltar con periódicos del mes de enero que anunciaban la disolución de la Junta de Sevilla al ser tomada esa ciudad por los franceses, que ya dominaban casi toda la Península, señalando que algunos diputados se habían refugiado en la isla de León en Cádiz.

 La Junta era uno de los últimos bastiones del poder de la corona española, y había caído ante el imperio napoleónico, que ya había alejado con anterioridad al rey Fernando VII mediante las Abdicaciones de Bayona.

 El día 17 se conocieron en Buenos Aires noticias coincidentes llegadas a Montevideo el día 13 en la fragata británica HMS John Paris, agregándose que los diputados de la Junta de Sevilla habían sido rechazados estableciéndose una Junta en Cádiz. Se había constituido un Consejo de Regencia de España e Indias, pero ninguno de los dos barcos transmitió esa noticia.

Cisneros intentó ocultar las noticias estableciendo una rigurosa vigilancia en torno a las naves de guerra británicas e incautando todos los periódicos que desembarcaron de los barcos, pero uno de ellos llegó a manos de Manuel Belgrano y de Juan José Castelli. Éstos se encargaron de difundir la noticia, que ponía en entredicho la legitimidad del virrey, nombrado por la Junta caída.

También se puso al tanto de las noticias a Cornelio Saavedra, jefe del regimiento de Patricios, que en ocasiones anteriores había desaconsejado tomar medidas contra el virrey. Saavedra consideraba que, desde un punto de vista estratégico, el momento ideal para proceder con los planes revolucionarios sería el momento en el cual las fuerzas napoleónicas lograran una ventaja decisiva en su guerra contra España.



Al conocer las noticias de la caída de la Junta de Sevilla, Cornelio Saavedra consideró que el momento idóneo para llevar a cabo acciones contra Cisneros había llegado. El grupo encabezado por Castelli se inclinaba por la realización de un cabildo abierto, mientras los militares criollos proponían deponer al virrey por la fuerza.


* Viernes 18

El virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros publica un bando en el que pide al pueblo que se mantenga fiel a España, que había sido invadida por los franceses.

Un grupo de vecinos notables, revolucionarios, se reunía indistintamente en la casa de Nicolás Rodríguez Peña o en la jabonería de Hipólito Vieytes. Concurrían a esas reuniones, entre otros, Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Juan José Paso, Antonio Luis Beruti, Eustoquio Díaz Vélez, Feliciano Antonio Chiclana, José Darragueira, Martín Jacobo Thompson y Juan José Viamonte. Otro grupo se congregaba en la quinta de Orma, encabezado por fray Ignacio Grela y entre los que se destacaba Domingo French.

Algunos criollos se juntaron esa noche en la casa Rodríguez Peña. Cornelio Saavedra, quien se hallaba en San Isidro, fue llamado de urgencia y concurrió a la reunión en la que se decidió solicitar al virrey la realización de un cabildo abierto para determinar los pasos a seguir por el virreinato. Para esa comisión, fueron designados Castelli y Martín Rodríguez.


* Sábado 19
Los criollos piden a las autoridades que se les permita realizar un Cabildo Abierto para tratar la situación. Tras pasar la noche tratando el tema, durante la mañana Saavedra y Belgrano se reunieron con el alcalde de primer voto, Juan José de Lezica, y Castelli con el síndico procurador, Julián de Leiva, pidiendo el apoyo del Cabildo para gestionar ante el virrey un cabildo abierto, expresando que de no concederse, lo haría por sí solo el pueblo o moriría en el intento.


* Domingo 20

El virrey recibe a funcionarios del Cabildo, jefes militares y criollos, con quienes trata la convocatoria al Cabildo Abierto. Como Cisneros reclamó una respuesta a su petición de apoyo, el coronel criollo Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios e integrante del grupo revolucionario conocido como la Sociedad de los Siete, respondió en nombre de todos los criollos diciendo, entre otras palabras “No señor, no queremos seguir la suerte de la España, ni ser dominados por los franceses, hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarnos por nosotros mismos. El que a V.E. dio autoridad para mandarnos ya no existe; de consiguiente usted tampoco la tiene ya, así que no cuente con las fuerzas de mi mando para sostenerse en ella”
Tras un duro debate de posiciones, Cisneros accedió a convocar a los vecinos



* Lunes 21

El Cabildo invita a los principales vecinos a reunirse el día 22 en Cabildo Abierto:  se repartieron cuatrocientos cincuenta invitaciones entre los principales vecinos y autoridades de la capital. La lista de invitados fue elaborada por el Cabildo teniendo en cuenta a los vecinos más prominentes de la ciudad. Sin embargo el encargado de su impresión, Agustín Donado, compañero de French y Beruti, imprimió muchas más de las necesarias y las repartió entre los criollos.

La invitación cursada rezaba, textualmente: "El Excmo. Cabildo convoca á Vd. para que se sirva asistir, precisamente mañana 22 del corriente, á las nueve, sin etiqueta alguna, y en clase de vecino, al cabildo abierto que con avenencia del Excmo. Sr. Virrey ha acordado celebrar; debiendo manifestar esta esquela á las tropas que guarnecerán las avenidas de esta plaza, para que se le permita pasar libremente".



* Martes 22

El Cabildo Abierto, después de largas discusiones, resuelve que el virrey cese en el mando. Es anecdótico mencionar que de las 450 invitaciones cursadas, solo asistieron unos doscientos cincuenta. French y Beruti, al mando de seiscientos hombres armados con cuchillos, trabucos y fusiles, controlaron el acceso a la plaza, con la finalidad de asegurar que el cabildo abierto fuera copado por criollos.


El debate en el Cabildo tuvo como tema principal la legitimidad o no del gobierno y de la autoridad del virrey. El principio de la retroversión de la soberanía planteaba que, desaparecido el monarca legítimo, el poder volvía al pueblo, y que éste tenía derecho a formar un nuevo gobierno.
Hubo dos posiciones principales enfrentadas: los que consideraban que la situación debía mantenerse sin cambios, respaldando a Cisneros en su cargo de virrey, y los que sostenían que debía formarse una junta de gobierno en su reemplazo, al igual que en España.

De esa jornada, es válido rescatar una fragmento del obispo Benito Lue, que manifestó: No solamente no hay por qué hacer novedad con el virrey, sino que aún cuando no quedase parte alguna de la España que no estuviese sojuzgada, los españoles que se encontrasen en la América deben tomar y reasumir el mando de ellas y que éste sólo podría venir a manos de los hijos del país cuando ya no hubiese un español en él. Aunque hubiese quedado un solo vocal de la Junta Central de Sevilla y arribase a nuestras playas, lo deberíamos recibir como al Soberano.

Juan José Castelli y Pascual Ruiz Huidobro sostuvieron que, dado que la autoridad que había designado a Cisneros había caducado, éste debía considerarse separado de toda función de gobierno, y que, en su función de representante del pueblo, el Cabildo debía asumir y ejercer la autoridad

Por su parte, Cornelio Saavedra propuso que el mando se delegara en el Cabildo hasta la formación de una junta de gobierno, en el modo y forma que el Cabildo estimara conveniente. Hizo resaltar la frase de que "(...) y no queda duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando". A la hora de la votación, la postura de Castelli se acopló a la de Saavedra.

Luego de los discursos, se procedió a votar por la continuidad del virrey, solo o asociado, o por su destitución. La votación duró hasta la medianoche, y se decidió por amplia mayoría destituir al virrey: ciento cincuenta y cinco votos contra sesenta y nueve. Los votos contrarios a Cisneros se distribuyeron de la siguiente manera:

• Fórmula según la cual la autoridad recae en el Cabildo: cuatro votos
• Fórmula de Juan Nepomuceno de Sola: dieciocho votos
• Fórmula de Pedro Andrés García, Juan José Paso y Luis José Chorroarín: veinte votos.
• Fórmula de Ruiz Huidobro: veinticinco votos
• Fórmula de Saavedra y Castelli: ochenta y siete votos

A la madrugada del día 23 se emitió el siguiente documento:

"Hecha la regulación con el más prolijo examen resulta de ella que el Excmo Señor Virrey debe cesar en el mando y recae éste provisoriamente en el Excmo. Cabildo hasta la erección de una Junta que ha de formar el mismo Excmo. Cabildo, en la manera que estime conveniente".


* Miércoles 23
Tras la finalización del Cabildo abierto se colocaron avisos en diversos puntos de la ciudad que informaban de la creación de la Junta y la convocatoria a diputados de las provincias, y llamaba a abstenerse de intentar acciones contrarias al orden público.


* Jueves 24
Día de indignación del pueblo al enterarse de que el Cabildo,a propuesta del síndico Leyva, había decidido que Cisneros continuara en el mando. Cuando la noticia fue dada a conocer, tanto el pueblo como las milicias volvieron a agitarse, y la plaza fue invadida por una multitud comandada por French y Beruti. La permanencia de Cisneros en el poder, aunque fuera con un cargo diferente al de virrey, era vista como una burla a la voluntad del Cabildo Abierto.

 El coronel Martín Rodríguez lo explicaba así:
"Si nosotros nos comprometemos a sostener esa combinación que mantiene en el gobierno a Cisneros, en muy pocas horas tendríamos que abrir fuego contra nuestro pueblo, nuestros mismos soldados nos abandonarían; todos sin excepción reclaman la separación de Cisneros".Finalmente, el mismo síndico Leyva decidió citar nuevamente a reunión en el Cabildo, previa demisión de Cisneros, al que prácticamente bajo amenaza lo hicieron renunciar



* Viernes 25

Los criollos, reunidos en la Plaza de Mayor y en busca de noticias, con el liderazgo de Domingo French y Antonio Beruti gritaban: "El pueblo quiere saber de qué se trata". Cisneros seguía resistiéndose a renunciar, y tras mucho esfuerzo los capitulares lograron que ratificase y formalizase los términos de su renuncia, abandonando pretensiones de mantenerse en el gobierno. Esto, sin embargo, resultó insuficiente, y representantes de la multitud reunida en la plaza reclamaron que el pueblo reasumiera la autoridad delegada en el Cabildo Abierto del día 22, exigiendo la formación de una Junta. Además, se disponía el envío de una expedición de quinientos hombres para auxiliar a las provincias interiores.

Aunque hay dos versiones sobre quienes propusieron la conformación de la Primera Junta, finalmente esta quedó conformada



Presidente
 Cornelio Saavedra

Vocales Dr. Manuel Alberti
 Cnel. Miguel de Azcuénaga
 Dr. Manuel Belgrano
 Dr. Juan José Castelli
 Domingo Matheu
 Juan Larrea

Secretarios
 Dr. Juan José Paso
 Dr. Mariano Moreno


Aquella Primera Junta, apenas una simiente que germinaría en el territorio de América del Sud, planteaba el necesario cambio en la relación “Pueblo – Gobierno”. Con la revolución, el concepto del bien común dio paso al de la soberanía popular, impulsado por personas como Moreno, Castelli o Monteagudo, que sostenía que, en ausencia de las autoridades legítimas, el pueblo tenía derecho a designar a sus propios gobernantes. Con el tiempo, la soberanía popular daría paso a la regla de la mayoría, que plantea que es la mayoría de la población la que determina, al menos en teoría, al gobierno en ejercicio. Esta maduración de ideas fue lenta y progresiva, y llevó muchas décadas hasta cristalizarse de una manera electoral, pero fue lo que llevó finalmente a la adopción del sistema republicano como forma de gobierno de Argentina.

Hoy podemos señalar que aquellas intenciones de los patriotas de 1810 se están cumpliendo. El pueblo decide por sí, respaldado por aquel primer gesto de mayo y decididamente formalizado el 9 de julio de 1816.

Feliz dia de la Patria!


Enlace:
http://www.mdzol.com/mdz/nota/387530-el-pueblo-quiere-saber/

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